martes, 25 de marzo de 2014

Richard Dawkins: ética y ciencia


Con las palabras de Michael Shermer y Juan José Sebreli, comencé a explorar la visión de una serie de 5 autores sobre la relación entre la ética y la ciencia. Para continuar con dicha serie, les quiero presentar las palabras del prestigioso zóologo y divulgador científico británico Richard Dawkins, realizando de manera magistral, como usualmente lo hace su opinión sobre cómo la ciencia puede ayudarnos a resolver muchos de los problemas que tenemos actualmente.

Lastimosamente, muchos se empeñan en separar completamente estos dos aspectos de la vida, y es mi interés que estos textos enriquezcan el debate sobre el tema, y que permitan ver a algunos como el conocimiento, aunque no puede actuar de guía moral directa, nos da indicios sobre cuál es la manera de alcanzar ciertos objetivos. Las siguientes palabras de Dawkins, aparecen en su muy buen libro El capelllán del diablo, el cual contiene un conjunto de reflexiones sobre la ciencia y otros aspectos de la vida humana como el amor y la religión (como cosa rara), además de unos fantásticos textos finales : unos sobre su paso por África y su mirada sobre ese majestuoso continente y una carta dirigida a su hija acerca de las razones para creer. Los dejo entonces con este aparte del capítulo Ciencia, genética y ética: un memo para Tony Blair:





Ya he tocado algunos problemas éticos. La ciencia no posee métodos para decidir lo que es ético. Ese es un asunto de los individuos y de la sociedad. Pero lo que sí puede hacer la ciencia es clarificar las preguntas y despejar las malas interpretaciones. Esto, habitualmente, equivale al útil estilo de argumentación del "No puedes comerte el pastel y conservarlo a la vez". Ofreceré cinco ejemplos antes de ir a una interpretación menos habitual de la frase "ciencia y ética".

La ciencia no puede decirnos si el aborto es malo, pero puede señalar que el continuo (embriológico) que, sin fisura alguna, une a un feto no consciente con un adulto consciente es análogo al continuo (evolutivo) que une a los seres humanos con otras especies. Si el continuo embriológico parece ser más continuo es solo porque el continuo evolutivo está interrumpido por el accidente de la extinción. Los principios fundamentales de la ética no deberían depender de la contingencia de la extinción. Repitiendo, la ciencia no puede decirnos si el aborto es un asesinato, pero puede advertirnos acerca de que quizás estamos siendo incoherentes al pensar que el aborto es un asesinato y la matanza de chimpancés no lo es. No puedes comerte el pastel y conservarlo a la vez.

La ciencia no puede decirnos si es malo clonar a un ser humano completo. Pero sí puede decirnos que un clon como Dolly es semejante a un gemelo univitelino, solo que con una edad diferente. Puede decirnos que, si deseamos objetar la clonación de humanos, no debemos acudir a argumentos tales como "El clon no será una persona completa" o "El clon no tendrá alma". La ciencia no puede decirnos si hay alguien que posea alma o no, pero lo que sí puede decirnos es que si los gemelos univitelinos habitualmente poseen almas, también las tendrán los clones como Dolly. No puedes comerte el pastel y conservarlo a la vez.

La ciencia no puede decirnos si la clonación de células madre con la finalidad de disponer de "repuestos" está mal. Pero sí puede desafiarnos a que expliquemos en qué difiere moralmente la clonación de células madre con algo que ha sido aceptado hace ya mucho tiempo: el cultivo de tejidos. Por décadas, el cultivo de tejidos ha constituido el principal sostén de la investigación sobre el cáncer. La famosa línea de células HeLa, que tuvo su origen en Henrietta Lacks, fallecida en 1951, se cultiva actualmente en laboratorios de todo el mundo. Un laboratorio típico, en la Universidad de California, siembra 48 litros de HeLa por día como servicio de rutina para los investigadores de la propia universidad. La producción mundial de células de HeLa debe medirse en toneladas, todo ello un inmenso clon de Henrietta Lacks, En el medio siglo que va desde el comienzo de la producción en masa, nadie parece haber opuesto objeciones al respecto. Aquellos que hoy en día promueven el cese a la investigación en células madres deben explicarnos por qué no se han opuesto al cultivo en masa de células HeLa. No puedes comerte el pastel y conservarlo a la vez.

La ciencia no puede decirnos si está mal matar a Mary para salvar a su hermana Jodie ( o si, en cambio, debería permitirse que ambas gemelas muriesen). Pero la ciencia sí puede decirnos que una placenta es un auténtico clon del bebé al cual alimenta. Es posible contar la historia de cualquier placenta como la del gemelo bebé al cual nutre, gemelo que será descartado tras haber cumplido su papel. Hemos de admitir que nadie se siente tentado de llamar Mary a su placenta, pero uno podría cuestionar igualmente la sabiduría emocional de conferir tal nombre a un gemelo siamés que no posee corazón ni pulmones y solo posee un cerebro primitivo.Y si alguien desea aducir que el asunto constituye una "pendiente resbaladiza", dejémosle pensar acerca de lo que sigue.
En 1998, un cocinero preparó en televisión un nuevo plato gastronómico: placenta humana.

  "frió vuelta y vuelta tiras de placenta con chalotes y con dos tercios de ellas hizo un puré. Flameó el resto con brandy y luego le añadió salvia y zumo de lima. La familia del bebé interesado se la comió junto con otros veinte    amigos. El padre la encontró tan deliciosa que se sirvió 14 porciones".



Todo el asunto fue presentado en los periódicos como algo parecido a una travesura. Con todo, es necesario que aquellos que se preocupan por las pendientes resbaladizas se pregunten por qué no habríamos de llamar canibalismo a tal televisivo festín. El canibalismo constituye uno de los tabúes más antiguos y profundos y los devotos del estilo de argumentación "pendiente resbaladiza" podrían muy bien preocuparse por el menor quebrantamiento de ese tabú. Sospecho que, si las autoridades del canal hubiesen sabido de ciencia lo suficiente como para comprender que una placenta es un auténtico clon del bebé la cena jamás hubiese tenido lugar, especialmente en el clímax de la discusión inspirada por la clonación de Dolly. No puedes comerte el pastel y conservarlo a la vez.

Quisiera concluir con una perspectiva bastante idiosincrásica del asunto ciencia y ética: el tratamiento ético de la propia verdad científica. Quiero sugerir que, a veces, la verdad objetiva necesita el mismo tipo de protección que actualmente brindan al individuo las leyes contra el libelo. O, al menos, deseo sugerir que podría invocarse con algo más de imaginación la Ley de Descripciones Mercantiles. Primero diré algo acerca de esto, a la luz del reciente pedido de dineros públicos del príncipe Carlos para realizar investigación en "medicinas alternativas". 

Si una empresa farmacéutica hace publicidad diciendo que sus píldoras curan el dolor de cabeza, debe poder probar, en ensayos controlados de doble ciego, que lo que cura el dolor de cabeza son, en efecto, sus píldoras. Desde luego, "doble ciego" significa que, hasta después de las pruebas, ni quienes realizan los ensayos ni los pacientes saben cuáles de estos han recibido la dosis y cuáles el control del placebo. Si las píldoras no logran pasar estas pruebas- si numerosos y esforzados intentos no permiten distinguir entre el efecto del placebo neutral y el de las píldoras- presumo que la empresa podría arriesgarse a ser demandada tomando como base la Ley de Descripciones Mercantiles.

Los remedios homeopáticos constituyen un negocio inmenso . Se los publicita como medicina eficaz de varias maneras, pero nunca se ha probado que tengan algún efecto en absoluto. Hay testimonios personales por todas partes, pero resultan inútiles como prueba a causa del notorio poder del efecto placebo. Esta es, precisamente, la razón por la cual es obligatorio que las medicinas "ortodoxas" hayan sido puestas a prueba en ensayos de doble ciego.

No quiero sugerir que todas las llamadas "medicinas alternativas" sean tan inútiles como la homeopatía. Por lo que sé, algunas de ellas pueden funcionar. Pero debe probarse que funcionan en ensayos de doble ciego- o algún diseño experimental equivalente- en los que se controle el efecto placebo. Y, si pasan la prueba, ya no habrá más razones para llamarles "alternativas". La medicina corriente, simplemente, las adoptaría. Tal como ha escrito recientemente en The independent, de modo conmovedor, el distinguido periodista John Diamond (quien, como tantos pacientes víctimas del cáncer, tuvo falsas esperanzas que fueron cruelmente alentadas por una sucesión de curanderos de gran verborrea) :

  "No hay, en realidad, medicina alternativa, solo hay medicina que funciona y medicina que no funciona... No hay una fisiología o una anatomía o un sistema nervioso alternativos, del mismo modo que no hay un plano de Londrés alternativo que pueda llevarte de Chelsea a Battersea sin cruzar el Támesis".


Pero he comenzado esta sección en términos más radicales. Deseaba extender el concepto de libelo para que incluyese las mentiras que tal vez no perjudiquen a una persona en forma particular, pero que sí hacen daño a la propia verdad. Hce unos 20 años, antes de que Dolly fuese factible, se publicó un libro en el que se afirmaba, con gran detalle, que un rico personaje de Sudamérica se había hecho clonar por un científico cuyo nombre clave era Darwin. Como obra de ciencia ficción hubiese sido intachable, pero se la vendió como hecho sólido. El autor fue demandado por el doctor Derek Bromhall, quien adujo que la obra, al citarlo, perjudicaba su reputación como científico. Mi idea es que, cualquiera fuese el perjuicio que se pueda haber ocasionado al doctor Bromhall, es mucho más importante el perjuicio ocasionado a la verdad científica.

Ese libro ya ha quedado borrado de la memoria de la gente y lo he traído a colación únicamente como ejemplo. Obviamente, mi intención es generalizar el principio a todas las deliberadas falsificaciones e interpretaciones erróneas de la verdad científica. ¿Por qué ha de ser necesario un Derek Bromhall que pruebe haber sido perjudicado antes de que podamos juzgar una obra a causa de que, sin pudor alguno, difunde mentiras acerca del universo? Como resultara obvio, no soy abogado, pero, si lo fuese, en lugar de sentir constantemente la necesidad de llevar las cosas a la cuestión de si se ha perjudicado a alguien en particular, creo que me gustaría ponerme de pie y defender a la propia verdad. Sin dudas, se me dirá - y se me convencerá de ello- que los tribunales no son el lugar apropiado para hacerlo. Con todo, en un contexto más amplio, si se me pidiera una única frase para caracterizar mi función como profesor de Comprensión Pública de la Ciencia, creo que elegiría "Abogar por la verdad desinteresada".





Interesantes reflexiones de Dawkins sobre el valor de la verdad , tanto por sí misma, como en relación con su capacidad para enseñarnos las mejores probables maneras de superar nuestros obstáculos.