La muerte es un tema complejo, quizá igual de complejo que la vida, y al fin y al cabo, son inseparables, ninguno de los dos fenómenos existe sin el otro. Es un tema además importante desde muchas perspectivas: salud, ciencia, filosofía, religión, arte... Sin embargo, cuando alguien pronuncia esta palabra, muchos prefieren mirar hacia otro lado, evitarla, huir de su confrontación, aunque en el fondo tengamos claro que a todos nos llegará la hora de enfrentarla. Son tantas las cosas que hacemos para ignorarla, que hasta nos inventamos otras vidas, soñamos con paraísos venideros y cielos imperturbables, y quizá por eso muchos descuidan su presencia en la Tierra, que al menos hasta donde sabemos es lo único que de verdad poseemos. Quiero entonces compartir estos poemas para que reflexionemos sobre ella por unos munutos, para que sintamos su ambivalencia, para qué nos abracemos a la vida mientras vemos a la muerte como una parte de ella.
Gran escena de la muerte, Max Beckmann, 1906
Omnis moriar
No soy el primer adán que sueña vanamente no morirse todo, y salvar algún instante de paraíso al censo irrevocable del olvido.
Pero la fuerza de la vida me ha enseñado que nada hay acumulado en letra que no sea ceniza de quemadas naves, que las huellas sólo quedan en las plantas del viandante, que he de pasar llevándome la esencia: el fulgor del sol, mil veces milenario y sin embargo cada día nuevo, los momentos aquellos en que me fue dado aquilatar el regalo y misterio de existir, la leve hora en el cálido contacto de otra piel, la conciencia de ser una forma irrepetible: dócil barro en la mano del tiempo, el vertimiento vivo del agua en la garganta de mi sed o en la almohada de mi llanto...
Moriré del todo, como este solitario instante, que ya no es.
Carlos Framb. Poeta y novelista colombiano (1964-...)
En los Funerales de un Amigo
Qué exequias más hermosas, qué gentío,
cuántas flores y sombras, cuánta pena,
con su mutis quedó sola la escena,
cuántas hojas caídas sin rocío.
Qué silencio en las voces, y qué frío
por el amigo muerto. Gime llena
de angustia el alma por el alma buena,
cómo me dueles, compañero mío.
La amistad y el amor están presentes,
la pluma y el talento están de luto,
nieblas hay en los ojos, en las frentes.
Y pienso al ver el fúnebre ajetreo
que por razones de mi ceño hirsuto
no irá a mi entierro nadie, ni yo, creo.
Ciro Mendía. Poeta y dramaturgo colombiano (1892-1979)
Nada de misereres
Yo no quiero morir, morir me asusta
y la muerte se me hace muy pesada,
me cae gorda la desnarigada,
pues no sabe de amor, ni a nadie gusta.
Me molesta y fastidia con su fusta
y con perdón, no sirve para nada,
es una pobre hembra fracasada,
y es aguafiestas y además injusta.
Yo no quiero morirme ni de broma,
me gusta más la pera que el fibroma,
más la luz que los largos apagones.
Me gusta más la risa que el lumbago,
por un responso que me den un trago
y el cielo se lo dejo a los gorriones.
Ciro Mendía. Poeta y dramaturgo colombiano (1892-1979)
Muerte y vida, Gustav Klimt
Cirios
Los días futuros se levantan ante nosotros
como una fila de pequeños cirios encendidos,
pequeños cirios dorados, cálidos y vivos.
Los días pasados permanecen entre nosotros,
triste hilera de cirios apagados.
Los más recientes humean todavía,
cirios fríos, fundidos e inclinados.
No quiero verlos; su aspecto me aflige.
El recuerdo de su antigua luz me daña.
Y contemplo delante de mis cirios encendidos.
No quiero ni volver la cabeza
ni constatar, temblando, cuán rápido
la sombría hilera se alarga,
cuán pronto los cirios apagados se
multiplican.
Constantino Cavafis, poeta griego (1863-1933)
[Qué es la muerte para el que la mira...]
Gran escena de la muerte, Max Beckmann, 1906
Omnis moriar
No soy el primer adán que sueña vanamente no morirse todo, y salvar algún instante de paraíso al censo irrevocable del olvido.
Pero la fuerza de la vida me ha enseñado que nada hay acumulado en letra que no sea ceniza de quemadas naves, que las huellas sólo quedan en las plantas del viandante, que he de pasar llevándome la esencia: el fulgor del sol, mil veces milenario y sin embargo cada día nuevo, los momentos aquellos en que me fue dado aquilatar el regalo y misterio de existir, la leve hora en el cálido contacto de otra piel, la conciencia de ser una forma irrepetible: dócil barro en la mano del tiempo, el vertimiento vivo del agua en la garganta de mi sed o en la almohada de mi llanto...
Moriré del todo, como este solitario instante, que ya no es.
Carlos Framb. Poeta y novelista colombiano (1964-...)
En los Funerales de un Amigo
Qué exequias más hermosas, qué gentío,
cuántas flores y sombras, cuánta pena,
con su mutis quedó sola la escena,
cuántas hojas caídas sin rocío.
Qué silencio en las voces, y qué frío
por el amigo muerto. Gime llena
de angustia el alma por el alma buena,
cómo me dueles, compañero mío.
La amistad y el amor están presentes,
la pluma y el talento están de luto,
nieblas hay en los ojos, en las frentes.
Y pienso al ver el fúnebre ajetreo
que por razones de mi ceño hirsuto
no irá a mi entierro nadie, ni yo, creo.
Ciro Mendía. Poeta y dramaturgo colombiano (1892-1979)
Nada de misereres
Yo no quiero morir, morir me asusta
y la muerte se me hace muy pesada,
me cae gorda la desnarigada,
pues no sabe de amor, ni a nadie gusta.
Me molesta y fastidia con su fusta
y con perdón, no sirve para nada,
es una pobre hembra fracasada,
y es aguafiestas y además injusta.
Yo no quiero morirme ni de broma,
me gusta más la pera que el fibroma,
más la luz que los largos apagones.
Me gusta más la risa que el lumbago,
por un responso que me den un trago
y el cielo se lo dejo a los gorriones.
Ciro Mendía. Poeta y dramaturgo colombiano (1892-1979)
Muerte y vida, Gustav Klimt
Cirios
Los días futuros se levantan ante nosotros
como una fila de pequeños cirios encendidos,
pequeños cirios dorados, cálidos y vivos.
Los días pasados permanecen entre nosotros,
triste hilera de cirios apagados.
Los más recientes humean todavía,
cirios fríos, fundidos e inclinados.
No quiero verlos; su aspecto me aflige.
El recuerdo de su antigua luz me daña.
Y contemplo delante de mis cirios encendidos.
No quiero ni volver la cabeza
ni constatar, temblando, cuán rápido
la sombría hilera se alarga,
cuán pronto los cirios apagados se
multiplican.
Constantino Cavafis, poeta griego (1863-1933)
[Qué es la muerte para el que la mira...]
Qué es la muerte para el que la mira
qué es la muerte para el que la siente
pesadez ignota, incomprensible dolor que el egoísmo trae
para éste
silencio, paz y nada para ése.
Sin embargo el uno siente que su orgullo se rebela, que su mente no soporta,
que tras la muerte nada quede, que tras la muerte esté la muerte.
El otro, en su paz, en su silencio, en su majestad inconsciente siente
Nada siente
Nada sabe
Porque la muerte es la muerte
Y tras la muerte está la vida
Que sin la muerte sólo es muerte.
Humberto Maturana, biólogo y epistemólogo chileno (1928-...)