Cada cierto tiempo despierta mi espíritu de coleccionista, y ahora me ha dado por colectar y compartir las dedicatorias de libros que más me han gustado, ya sea porque me hayan conmovido, sorprendido, o maravillado por la precisión de sus palabras. Iré compartiendo las que encuentre en el camino:
- A mi hermana, Cari, una entre seis mil millones. Carl Sagan. Miles de Millones. 1997.
- A Alberto Aguirre y Carlos Gaviria, sobrevivientes. Héctor Abad Faciolince. El olvido que seremos. 2006.
- A Niles Eldredge y Elisabeth Vrba.
sobreponiéndonos triunfalmente
desde nuestra maniaca y pendenciera incepción en Dijon
hasta nuestra feliz y nada satánica recepción en el Día del Juicio.
Todos para uno y uno para todos.
Stephen Jay Gould. La estructura de la teoría evolutiva. 2002.
- Por la memoria de Ilya Prigogine, poeta de la termodinámica. Dilip K. Kondepudi. Introduction to Modern Thermodynamics. 2008.
- A mi esposa y a mis hijos
como quien dice
a mi mismo.
Rogelio Echavarría. El transeúnte.1947-2003.
- A mi lectores
miembros de la antigua y universal
(y que continúa con vitalidad)
República de las Letras.
Stephen Jay Gould. Acabo de llegar. 2002.
- A mis detractores, cuyo número crece promisoriamente.
También a esos seres con alma de tumba
que poseen la fuerza del veto y la de
ordenar el silencio y el olvido. Me enternecen
sus asiduos fracasos.
Germán Espinosa. Los ojos del basilisco. 1992.