Cada vez son más las voces, tanto en Colombia como alrededor del mundo, que se continúan sumando al desmantelamiento de una política antidrogas absurda e irracional, y que abogan por la creación de una nueva forma de mirar el problema, que busque soluciones pragmáticas a los problemas reales que producen ciertas sustancias, sin perder de vista elementos vitales como la libertad y la autonomía, pero sin descuidar la salud pública y las relaciones sociales. En este proceso, aunque muchos parezcan no verlo, es urgente la diferenciación de los tipos de sustancia que permitan dilucidar de mejor manera el hecho ya evidente para muchos, de que la actual visión mayoritaria no constituye una medida basada en la racionalidad y en la correcta discriminación de las sustancias, sino en aspectos de otra índole como morales, religiosos, políticos y económicos.
Hace unos meses, al conocerse la noticia de la regularización del cannabis en Colorado y Washington, comenté y compartí algunas opiniones en Colombia al respecto , ahora quiero hacer lo mismo con un conjunto de artículos que fueron publicados por algunos de los mejores columnistas del país: Antonio Caballero, Klaus Ziegler, y Héctor Abad Faciolince.
Caballero, en su testimonio para Soho , toca varios puntos interesantes, en especial tres que quisiera resaltar:
1. Rescata algunos de los efectos positivos del consumo de marihuana, cosa que no suele ser reconocida tan siquiera como posible, entre ellos su papel como "puerta de la percepción", como puente a experiencias diferentes y placenteras:
"Pero más que por el placer directo del sabor, el aroma y el color del humo, porque daba acceso a otros placeres. Como todas las drogas más o menos alucinógenas, la marihuana es una puerta. The Doors of Perception (Las puertas de la percepción), tituló Aldous Huxley un libro que fue famoso en aquellos años en el que contaba sus experiencias con drogas sicoactivas".
Entre estos placeres han sido reconocidos frecuentemente el aumento de la sensibilidad, que se traduce en una mejor sensación al escuchar música, al ver un cuadro o una película o una noche estrellada, al comer, y así disfrutar más lo que los gringos llaman "munchies", es decir, las ganas de comer mientras se está trabado, o lo que en Colombia llamamos de forma más graciosa como "la metrapo", por otra parte algunos más como Carl Sagan han reconocido su potencial como creadora o estimuladora de ideas, aunque sean estas, como señala Caballero, meras diversiones, al menos frecuentemente. A este respecto, parecen más potentes el uso de LSD o psilocibina, que ha sido reconocido como vitales para sus hallazgos por científicos de la talla de Francis Crick y Kary Mullis. Además, tanto Caballero como Sagan, señalan que el cannabis también actúa como un enriquecedor de la experiencia sexual:
"La marihuana abría puertas al mundo físico y al mental, a los apetitos y a las curiosidades: a la música, el sexo, a la meditación, al sonido y al sentido de las palabras; incluso puertas al hermético —para mí— reino de las matemáticas puras. Recuerdo —¿ven ustedes que sí tengo recuerdos? "
2.Con este último "—¿ven ustedes que sí tengo recuerdos? ", Caballero ironiza sobre la popular creencia según la cual la marihuana tiene un efecto fortísimo sobre la memoria a largo plazo, cuando su efecto sobre la memoria, por lo que se sabe, es sólo local, es decir mientras dura el efecto de la droga, ya que en ese tiempo genera una perdida relativa de la memoria linear y con algo de frecuencia memoria episódica, que en ocasiones es bastante conveniente y divertida, casi una epifanía. Por otra parte, el artículo del año anterior que señalaba una probable disminución de 8 puntos en el coeficiente intelectual (que a lo sumo significa una leve desventaja laboral) en correlación con los consumidores frecuentes menores de 18 años, esto, debido a que los procesos de desarrollo cerebral no culminan hasta dicha edad no es contundente. Dicho estudio señalaba que era una correlación y no una causa directa, cosa que es frecuentemente confundida, y además ha sido cuestionado por el investigador noruego Ole Rogerberg que argumenta que dicha correlación se debe probablemente a un factor de confusión, es decir, a que no se tuvo en cuenta un factor que podría afectar los resultados, en este caso los factores socioeconómicos. Ambos artículos fueron publicados en la misma revista, Proceedings of the National Academy of Sciences, y el debate al respecto continúa vigente, por lo que nuevas investigaciones y aclaraciones deberán ser realizadas.
3. Caballero aprovecha también el artículo, como lo hace frecuentemente en su columna dominical, para criticar agudamente la desafortunada "guerra frontal contra las drogas", indicando a su vez la obvia contradicción entre la legalidad de ciertas drogas y sus efectos reales, así como algunos peligros colaterales que se desprenden de la ilegalidad:
"De una sobredosis de adulteración del algo que fuera, porque las drogas no matan por sí mismas. Ni las llamadas blandas, como la marihuana, ni las llamadas duras, como la heroína. Son mucho más nocivas las drogas lícitas que las ilícitas: el alcohol, el tabaco, el válium, el prozac, la mismísima aspirina. Lo que mata en las drogas prohibidas es justamente el hecho de que están prohibidas; lo cual conduce, entre otros muchos males, a que sean adulteradas con toda suerte de sustancias, desde la cal de las paredes hasta la estricnina de las ratas, por los gángsters que manejan el negocio. Y si lo manejan gángsters es justamente porque es un negocio prohibido".
La clara columna de Klaus Ziegler, Drogas y prejuicios , enfatiza en los daños reales de las drogas que permitirían la creación de una política racional sobre estas sustancias, atacando así la absurda contradicción entre el estatus legal y los perjuicios reales de las mismas:
"Hace unos años, David Nutt, principal asesor científico del gobierno británico en el diseño de políticas racionales para el manejo de las drogas, fue despedido por su “incapacidad para dar recomendaciones imparciales”. La verdadera razón fue un estudio suyo publicado en “The Lancet”, el cual contiene algunas verdades incómodas, como que la marihuana y el LSD son drogas menos nocivas que el alcohol. A la publicación del estudio se sumaron otras declaraciones polémicas, en una de las cuales afirmaba que consumir éxtasis entrañaba menos riesgo que montar a caballo.
El estudio tuvo en cuenta tres parámetros esenciales: el daño físico directo, el potencial de adicción y los perjuicios causados a terceros. El reporte encontró que la heroína, el crack y las metilanfetaminas representan el mayor peligro para el consumidor, mientras que el alcohol, la heroína y la cocaína ocasionan el mayor daño a otras personas. Sumando los parámetros, el alcohol obtuvo el puntaje más alto (72 puntos), se¬guido de la heroína (55), la cocaína y el crack (54). En la parte inferior del espectro, y por debajo del tabaco, aparecen la marihuana (20), las ben¬zodiazepinas (15), la metadona (14), el éxtasis (9), el LSD (7) y las setas alucinógenas (5). Mientras que el alcohol es responsable del 90% de todas las muertes relacionadas con el consumo de drogas, la marihuana, en contraste, señala Nutt, nunca ha matado directamente a nadie".
Por último, Héctor Abad Faciolince, que la sacó del estadio con su columna de hoy, recurre a los argumentos usados por Ziegler para criticar el "moralismo ridículo" detrás del consumo de cannabis:
"Resulta que la mitad del problema de la marihuana es el escándalo, el moralismo ridículo de los republicanos gringos y los godos locales. El otro día Klaus Ziegler —gran columnista— comparaba los efectos dañinos de las distintas sustancias recreativas que usamos para alterar nuestra percepción. Resumiendo hallazgos científicos concluía que la marihuana era mucho menos adictiva, menos dañina para terceros y representaba menos daños al consumidor que el alcohol o el tabaco, esas drogas tan aceptadas que hasta las dan en misa y las sirven en los homenajes al procurador".
Abad señala también que incluso el consumo frecuente de esta droga no parece generar ningún impedimento para llevar a cabo una vida normal y exitosa, considerando que no se pueden convertir ciertos casos en regla, que es lo que suelen hacer quienes parecen incapaces de diferenciar entre correlación y causalidad:
"Han pasado 20 años y desde entonces Cami (o Pachi o Dani) no ha dejado de meter marihuana, lo cual no le ha impedido ser Ph.D. en matemáticas, resolver problemas y dar clases en las más prestigiosas universidades; o hacer microcirugías perfectas de los párpados; o ser el mejor jugador colombiano de polo; o manejar plata ajena en los bancos sin robarse ni un peso; o cocinar la mejor cerveza del país, que alguna cosa de esas es la que hace mi sobrino marihuanero".
Por último, Abad llama a los consumidores de esta droga a "salir del closet", a demostrar no solo su elevada popularidad, sino su completa normalidad, y ayudar a acabar así con los prejuicios desprevenidos y la hipocresía de ciertos sectores de la población, nos invita además a la Marcha cannábica a realizarse la próxima semana en Medellín y Bogotá, y que anuncia ser, como en años pasados, multitudinaria, y muy, muy tranquila, ya se imaginarán por qué:
"Todo esto viene a cuento porque esta semana se hará la Marcha Mundial por la Marihuana, que invita a todos los consumidores de cannabis a salir del clóset, a que declaren que ellos son tan normales como los consumidores de vino o de aspirinas. En Bogotá van a marchar por el derecho a consumir libremente cannabis el próximo 4 de mayo y saldrán a las 11 a.m. del Planetario. Aunque su afiche está desenfocado, pues representa a un muchacho medio salvaje, de gafas oscuras de paraco y uñas verdes, y lo que debería haber es un gerente de corbata, o un profesor de física, creo que quienes a veces fumamos marihuana y no por eso somos locos ni cretinos, debemos apoyar a estos muchachos".