Como ya muchos sabemos, el pasado martes 10 de diciembre en las horas de la noche, el Senado uruguayo aprobó la idea del presidente José Mujica de pasar a una regulación estatal del cannabis, lo que implica que tanto la producción, como la venta y el consumo de esta planta estarán regulados estatalmente, convirtiéndose así en el primer país en el mundo en regular toda la cadena.
A grandes rasgos,la ley permitiría que los uruguayos mayores de edad hicieran parte de cualquier eslabón de la cadena (lo que corta de raíz las aspiraciones de muchos de irse para allá) de diversas maneras:
- Autocultivo: Cada ciudadano podría cultivar hasta 6 plantas y cosechar unos 480 gramos al año.
- Clubes de cannabis: con un número de socios entre 15 y 45 y no más de 99 plantas por club.
- Farmacias: todos los uruguayos mayores de 18 años podrán comprar un máximo de 40 gramos por mes, lo cual también es el límite de la tenencia personal.
Cabe recordar, que bajo cualquiera de las modalidades mencionadas anteriormente, el consumidor y/o cultivador debe estar registrado en la base de datos de un instituto nacional creado para dar cumplimiento a esta ley: el Instituto de Regulación y Control del Cannabis ( IRCCA), que dependerá del ministerio de salud.
El objetivo principal del presidente Mujica, según ha declarado en varias oportunidades, es, principalmente, quitarle poder a los carteles del mercado negro de esta droga, además de tener un mejor control de la salud pública relacionada con ella. Muchos sectores alrededor del mundo han abrazado la idea del ex guerrillero tupamaro y lo han rodeado de un halo de austeridad e incorruptibilidad moral que hace difícil criticarlo, y aunque muchos, entre los que me incluyo, vemos sus ideas como un paso hacia adelante, hay varios aspectos que se me antojan criticables o al menos debatibles:
1. El control estatal: muchos no hemos visto con muy buenos ojos que absolutamente todo lo relacionado con la marihuana deba ser controlado estatalmente, y lo hacemos bajo el argumento de los derechos al libre desarrollo de la personalidad y a la privacidad. Nos cuesta entender por qué, sino hacemos per se daño a nadie, e incluso el daño que nos hacemos a nosotros mismos es inocuo comparado con algunas sustancias legales, deberíamos los consumidores inscribinos en una base de datos que teniendo en cuenta los prejuicios sostenidos incluso por el mismísimo presidente Mujica podrían terminar siendo usados en asuntos menos nobles. El austero tupamaro parece preferir el orden y la decencia moral a la libertad, y solo porque su visión de la planta está también cargada de prejuicios. Sin embargo, todavía existimos los que abogamos por la libertad, y los que pensamos que el estado no debería convertirse en un monstruo paternalista sino que, simplemente, debería educar a sus ciudadanos para que teniendo una buena información al alcance de su mano, tomen, por sí mismos, las decisiones que les parezcan. Esta posición es defendida por eminentes expertos mundiales en el tema como Thomas Zsasz y el genial Antonio Escohotado.
2. El presidente Mujica nunca ha dejado de referirse al cannabis como "plaga", lo que va en contravía incluso de lo que el concepto griego de "pharmakon" implicaba: la dualidad de las drogas, es decir, su capacidad para ser a la vez antídoto y veneno. En vez de esta sensata visión, el "progresista" austral no reconoce ni siquiera uno de los muchos aspectos positivos de la ganjah, tanto en el campo industrial, como médico y recreativo. En este sentido, Mujica mantiene los prejuicios que se ciernen sobre los consumidores y podría contribuir con otro vicio moderno de los estados paternalistas: tratar a todo consumidor como enfermo y no como delincuente. Para algunos, esto se considera un paso adelante, pero para otros es solo otra mentira que podría y ha llevado a algunos malos entendidos. El hecho de que el popular político no pueda ver estos aspectos lo hace parecer ante mis ojos más como un abuelo prejuicioso y regañón - aunque no militarista- que como un progresista libertario.
3. El otro asunto que ha suscitado bastante polémica es el de la participación de algunos líderes financieros mundiales en el proceso uruguayo, sobretodo la participación del polémico filántropo George Soros a través de su fundación Open Society. Según Soros su idea es ayudar a los experimentos que buscan una apertura en la política de drogas y que puedan ayudar a contribuir a un verdadero respeto por los derechos humanos, derechos que la actual inútil guerra aplasta y/o relega, en sus palabras:"Tenemos que experimentar y Uruguay es uno de los países experimentando". La injerencia de personajes como Soros en el proceso ha suscitado reacciones como la siguiente del senador opositor Pedro Bordaberry: "Antes marchaban con el Che Guevara por la tierra y ahora marchan con Soros y Rockefeller por la marihuana", dijo Bordaberry. "No queremos ni a Soros ni a Rockefeller ni ser experimento". E incluso, para no olvidar a los frenéticos conspiranoicos que piensan que Monsanto está detrás hasta del negocio de arepas de la esquina, también nombró esta multinacional como posible benefactora indirecta del proceso de regulación, asustando a los desinformados que abundan con uno de los demonios modernos, los transgénicos, un demonio que como los anteriores, no existe como tal sino solo en las opiniones de entusiastas distraídos.
De lo anterior también se desprende otro miedo, y es el temor a que algunas empresas como las de Soros o Rockefeller, se adueñen del mercado y creen un nuevo mono u oligopolio, es decir, pasaríamos de tener un oligopolio ilegal a uno legal Esto tendría varias consecuencias positivas, como que la salubridad estaría garantizada como con cualquier otro producto legal, el mercado estaría mejor controlado, los narcos típicos no obtendrían beneficio y los consumidores no tendrían que acudir a personajes y lugares turbios para obtener su placer o su tranquilidad, y, obviamente, traería los perjucios que trae cualquier monopolio.
Estos son algunos de los temas que ya han desatado algunas polémicas tanto en Uruguay como alrededor del mundo, sin embargo, no quiero decir que sean las únicas cuestiones discutibles, tan solo quiero hacer un llamado para no sacralizar las ideas políticas vengan de donde vengan, y a analizar con sentido crítico las diferentes opciones que tenemos tanto en este como en otros aspectos de nuestras vidas.
Muy buena entrada, como ya lo discutíamos en la universidad es un paso adelante, pero tienes sus cosas, igual solo el tiempo dirá si ese camino es el adecuado. Felicitaciones por el blog.
ResponderEliminarMe parece interesante lo que planteas, aunque me parece que también hay que considerar lo novedoso de este proyecto de regulación como un riesgo, ya su éxito o su fracaso puede influenciar significativamente el proceso de despenalizacion o legalización de la cannabis a nivel internacional, lo que de cierta manera justifica la postura de mujica y el control del estado, si ya tan solo con lo ocurrido la ONU ha condenado el proceso. me gustaría ver la percepción de la gente en un mediano plazo, esperando que la regularización del cannabis haya tenido éxito, permitiendo así, a futuro lograr mayores avances :)
ResponderEliminarGracias por comentar a ambos. Sí, aunque como digo en el artículo que hay algunas críticas fundamentadas en el ambiente, también me parece un paso hacia adelante y espero que el proyecto beneficie tanto a los consumidores como a la sociedad en genera, y que como Italo dice, podamos lograr más adelante mayores avances, por ejemplo, regularizando las otras drogas y legalizando realmente las ya regularizadas. Ya veremos. Saludos.
ResponderEliminarHola que tal?. Te felicito me gusto mucho tu artículo. Detalla muy bien lo que se esta implementando en uruguay, me gustaria que pudieras mostrar un poco acerca de los beneficios y lo malo que trae consumir o fumar marihuana. Pero en general una muy buena opinión y muy buena la intención con que marcas la idea principal.
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