El filósofo español Antonio Escohotado estuvo hace unos días en Colombia, principalmente en la Feria del Libro de Bogotá presentando su más reciente obra Los enemigos del comercio. Afortunadamente, el célebre autor de la ya clásica Historia general de las drogas (1989) , también pasó unas horas en Medellín donde dictó una pequeña cátedra en el teatro principal de la Universidad de Antioquia.
Escohotado dedica su media hora de charla a revisar rápidamente la relación entre los humanos y las drogas, pasando a vuelo de pájaro por Mesopotamia, Grecia, Roma y sus opiómanos emperadores, la Edad Media con sus cruzadas e inquisiciones, el Renacimiento y la Ilustración con su renovado interés por las drogas como vehículo del pensamiento y la creatividad, además de como medicinas potenciales, y terminando con el siglo XX haciendo hincapié en las fechas anteriormente mencionadas: 1914 y 1971. Todo este repaso histórico es usado para justificar su afirmación principal: la guerra ha fallado y ésto lo confirman ciertas cosas como el creciente aumento de la venta, el interés y el consumo, así como la disminución en los fondos internacionales para el asunto y el hecho de que muchos países alrededor del mundo estén apoyando ahora un enfoque más fundado en la salud pública que en la represión. Sus argumentos se vieron reforzados esta misma semana cuando un informe de la London School of Economics, tutulado "Acabar la guerra contra las drogas" firmado por el viceprimerministro británico Nick Clegg, el ministro de Salud de Colombia Alejandro Gaviria, cinco premios Nobel de Economía, entre otras personalidades, piden lo mismo que Escohotado y miles de usuarios de drogas y defensores de la libertad en el planeta, terminar con una supuesta solución que solo ha agrandado los problemas existentes e incluso creado algunos nuevos, el informe lo dice así en su prólogo : “La insistencia en la estrategia militar y policial de la 'guerra contra las drogas' mundial ha generado muchos resultados negativos y daños colaterales. Estos incluyen encarcelaciones masivas en los Estados Unidos, políticas altamente represivas en Asia, niveles incontrolables de corrupción y desestabilización política en Afganistán y África Occidental, violencia sistemática en América Latina, epidemias de VIH en Rusia y continuas violaciones de los derechos humanos alrededor del mundo”, aunque es evidente que todos estos efectos están presentes en todos los lugares mencionados, como señalaría luego Antonio Caballero.

En toda su conversación resaltó el papel de la responsabilidad, cuya ausencia causa que muchos conviertan las drogas en su chivo expiatorio preferido, invitó a los supuestos expertos en drogas a conocerlas más a fondo, incluso probando algunas, habló maravillas de Albert Hoffman y Alexander Shulgin, a quienes se refirió como "los dos grandes genios bioquímicos del siglo XX", debido principalmente a ser los creadores o descubridores de algunas de las drogas de viaje más usadas en dicho siglo : la LSD, la psilocibina y el MDMA. Escohotado defiende una visión poco popular en nuestro país, la que dice que en sociedad podemos domar a las drogas y aún más, podemos usarlas para conocernos, para adentrarnos en los rincones de nuestras personalidades y entendernos mejor, visión que también ha sido defendida por eminentes filósofos y científicos como Aldous Huxley, Carl Sagan, Sam Harris, y el mismo Albert Hoffman, entre muchos otros. Escohotado habla sin pudor de su gusto por las drogas de viaje, de sus experiencias con el yagé, con la LSD, con la yerba, y nos invita a su vez a no dejarnos llevar por la mala propaganda, a responsabilizarnos por nuestras acciones e incluso a acercarnos con cuidado a la ebriedad, dejando siempre en claro que la ebriedad no es siempre ebria, que se puede alcanzar lo que el llama "la sobria ebriedad".
Podemos defender entonces lo que Zsaz llama "nuestro derecho a las drogas", derecho que implica nuestro derecho a conocernos mejor, a descubrir nuestros límites y capacidades, a pasearnos por nuestras conciencias, o simplemente a recrearnos y divertirnos, pero todo esto sin necesidad de perder los faros de nuestras vidas. Diría entonces que, con la suficiente información y curiosidad, podemos cumplir con la sugerencia de Escohotado: "hay que tener una actitud de debida mesura ante los dones de la ebriedad".