domingo, 9 de agosto de 2015

Carlos Framb: Un día en el Paraíso

Carlos Framb, Foto tomada de El Espectador.


Antioquia es sin duda una tierra fértil para poetas. Entre sus montañas y sus valles han nacido y morado algunos de los más representativos del país, como Miguel Ángel Osorio y León de Greiff. No es difícil entender por qué, en su territorio se han dado a lo largo de la historia una serie de condiciones naturales y culturales que han permitido a los artistas inspirarse y desenvolverse con relativa fluidez.

Entre la constelación de poetas que hoy destacan, se encuentra el sonsoneño Carlos Framb. Su obra puede considerarse pequeña, dos libros de poemas: Antinoo (1987) y Un día en el paraíso (1996). Además tiene una novela, Del otro lado del jardín (2007), en la que narra el suceso por el que se haría aún más conocido, el suicidio conjunto con su madre, al que solo él sobrevivió y por el que estuvo algunos meses en la cárcel acusado de homicidio. Su novela es poesía en prosa, en ella cuenta con impresionante sensibilidad y soltura la historia de su pueblo y de su vida, teniendo siempre como eje una elegante y elocuente defensa del buen morir.

El hedonismo atraviesa todo su trabajo, no oculta su pasión por el vino y por una buena conversación, por la noche y “el cálido contacto de otra piel”, por los besos y la contemplación. Ama la vida, pero no bajo todas las circunstancias, sabe perfectamente que, aunque se puede llorar de felicidad, algunas tragedias también hacen aparecer en nosotros aquellas “humedades de lágrima en la orilla de los ojos”.

Su libro Un día en el paraíso es un canto a la vida en todas sus manifestaciones, al universo, con sus supernovas y sus lunas y sus estrellas, como la brillante Fomalhaut que nos ilumina desde el pez austral. Pareciera casi un conjunto de oraciones laicas que empieza a recitar desde la víspera, con la capacidad de asombro intacta, casi como un niño que despierta en el jardín trasero de su casa y ve por primera vez al mundo como una “policromía en el tenue cristal de un par de ojos”. Alaba el cúmulo de contingencias y causalidades que nos trajeron hasta aquí, y celebra que por obra y gracia de una infinidad de procesos, hoy podamos sostener con fuerza la mano del amado.

Ovaciona al árbol que nos da sombra y reposo, la música de “la grata algarabía de sus aves”, “la textura de sus frutos”. Se sumerge en las profundidades oceánicas para atisbar corales y radiolarios, luego observa plácidamente desde la superficie los saltos de los delfines y los aleteos de los alcatraces y las fragatas. Se divierte identificando los cráteres lunares y pasa sus noches mirando hacia los astros, sabiéndose viajero de una nave minúscula, apenas “un toque de azul”, y sin dejar de pensar en que probablemente haya también otros viajeros en otras naves.

Termina Framb su paradisiaco libro con su propia Acción de gracias, en la que invita a los suspiros y a los hallazgos, se maravilla de nuevo ante la sincronía y la sinergia, agradece una vez más por el azar “de morar en un fértil Universo”, bendice la posibilidad de existir e intentar comprender, se regocija por la existencia de la individualidad, porque cada uno de nosotros tenga su rostro y su destino. Se alegra porque en “el cósmico esfumar de la entropía irrevocable”, prospere la poesía.

Publicado originalmente en Literariedad: http://literariedad.co/2015/04/05/carlos-framb-un-dia-en-el-paraiso/

jueves, 4 de junio de 2015

Un abrazo para todos

Hace un par de semanas, y tras una larga expectativa, se estrenó en Colombia luego de su paso por Cannes el tercer largometraje del joven cinesta Ciro Guerra: El abrazo de la serpiente. El filme cuenta, con algunas variaciones, las andanzas de dos científicos por la región amazónica: el etnógrafo alemán Theodor Koch-Grünberg que recorrería la región a finales del siglo XIX  e inicios del XX y el botánico estadounidense Richard Evans Schultes, enviado por su país en busca de mejores cepas de caucho tras la entrada de estos en la Segunda Guerra Mundial.

Las salas estaban inusualmente llenas para una producción colombiana, y las expectativas se cumplieron,a la mayoría de los espectadores les fascinó y a pesar de que ya han sido publicadas varias críticas negativas, incluso esos críticos recononocieron en el trabajo dirigido por Guerra algunas virtudes. En términos generales, podríamos dividir estas críticas, como lo hizo Héctor Abad Faciolince, en aspectos estéticos (imagen, actuación, sonido) y aspectos ideológicos (diálogo y fricción intercultural).


En cuanto a los aspectos estéticos hay un consenso relativo: las imágenes son impactantes, atrapan, envuelven, excitan nuestros sentidos e ideas. El blanco y negro, a pesar de que los amantes del verde hayamos extrañado el color, despertó en todos una imagen positiva. El sonido también fue elogiado, desde el sonido ambiental producido por el río y otros elementos, hasta el uso intermitente de muchas lenguas, entre indígenas y no indígenas. Sin embargo, hubo algunas críticas al respecto: algunas traducciones imprecisas, la ausencia de la lingua geral, entre otras. Además, muchos estamos de acuerdo en que una de las escenas finales, en la que que Evans prueba el caapi preparado con la yacruna, era innecesaria y se nota forzada, no solo por estar en color y desentonar con el resto del filme, sino también porque en realidad, según cuenta Wade Davis en su magnífico libro El río, Richard Evan Schultes nunca sintió tan fuerte los efectos del caapi (la Banisteriopsis caapi y la Psychotrya viridis son dos de las plantas usadas en la preparación de la ayahuasca).

En cuánto a las críticas ideológicas, hay dos vertientes principales, que básicamente se dividen de acuerdo a sus visiones sobre la relación entre los grupos indígenas y los demás humanos, que algunos insisten en llamar, incluso con un injusto y anacrónico tono despectivo, "occidentales". Quiero enfatizar aquí mi desacuerdo con ambas vertientes, y resaltar que en esta como en muchas otras discusiones hay un amplio espectro de opiniones y visiones del mundo. Por un lado, entonces, tenemos a los que vieron la película como una oda indigenista, en la que los indígenas, aunque ya esté negado su rol como buenos salvajes por la antropología de las últimas décadas, son superiores a los presuntos terribles y omnidestructores blancos, aquellos occidentales "hijos del viento", sin arraigo, pintados por algunos indigenistas sin matices como un grupo humano monolítico e inmoral. Por el otro lado, tenemos a los omnipresentes indigenistas, que vieron en la propuesta de Guerra una oda a ese terrible Occidente, "una película muy para blancos", dijo uno de esos personajes que ven vestigios de colonialismo hasta en la sopa.

Creo que ambas críticas son equivocadas, ya que parten, según mi opinión, de lecturas erróneas de algunos apartes de la historia. Quiero empezar con la columna de Héctor Abad, que dice estar en desacuerdo con la ideología del filme al interpretarlo como indigenista, ya que en él, según Abad "El supuesto hombre blanco iluminado va a observar a los “salvajes” y de repente ve en ellos todas las virtudes, el depósito de toda la sabiduría ancestral, el receptáculo de la bondad, el equilibro y la ecología". A pesar de que en la trama hay varios apartes que hacen pensar esto, hay otros que se desligan de esta ideología. Sigue siendo un lugar común pensar esta discusión en términos de buenos y malos, así, para algunos, todos los "occidentales" somos malos mientras que todos los indígenas son buenos, en una reducción que no resiste ningún análisis.

 Sin embargo, creo que la película tiene como una de sus virtudes desterrar un poco de nuestras mentes estas típicas interpretaciones. En este orden de ideas, hay dos pasajes reveladores: en el primero, después de que un grupo de indígenas con los que habían pasado la noche no le devuelven la brújula a Von Martiuz, y ante el reclamo de este, Karamakate le dice que no puede impedir que ellos aprendan, que "el conocimiento es para todos", es decir, que tanto los saberes producidos por los grupos indígenas a lo largo y ancho del globo, como los producidos por esos supuestamente temibles "occidentales", son valiosos y respetables, dignos de análisis y comprensión, y que podemos (y debemos, añado yo) compartirlo y debatirlo en lugar de enfrascarnos en fútiles peleas que pretenden muchas veces realzar uno de los lados del espectro mientras desprecian por completo el otro. Lo que debería ser una obviedad: que el conocimiento no vale por su origen espacial o temporal, ha llevado a muchos, por sus afanes ideológicos, a condenar lo incondenable y a defender lo indefendible. Además, hay otro pasaje clave que refuta la visión de Abad sobre la película (no la visión sobre el tema, la cual comparto, es decir que no hay grupos humanos superiores a otros per se): en su regreso a la Chorrera al encontrar al brasileño que se cree  El Mesías y a los indígenas que lo siguen como si lo fuera, Karamakate pronuncia: "aquí está lo peor de los dos mundos", lo que implica que ambos mundos: el indígena y el no indígena, tienen cosas buenas y malas, son imperfectos y lo seguirán siendo, a pesar de que algunos insistan, con su defensa a ultranza de la identidad, en tratar de elevar a unos al pináculo de la inteligencia y la ética mientras destierran a los otros al nivel más bajo que hayan inventado.



Por el otro lado, no escampa, algunos críticos han fustigado a Guerra, por ejemplo, porque los indígenas que aparecen en la película son condescendientes con los "blancos" y han insinuado que no son "verdaderos indios". Al parecer, según algunos de estos genios, los únicos indios verdaderos son los que rechazan con violencia y arrogancia cualquier intento de comunicación, de diálogo, de entendimiento. Incluso, una de las comentaristas, la misma que señaló que es una película "muy para blancos", escribió en un comentario que los "occidentales", esos depositarios del mal, no están "preparados" para ejercer un diálogo con las culturas amazónicas. Esto es indigenismo puro y duro, ubicar un conjunto de grupos humanos como superior, como lejano, sin un atisbo de rigor antropológico. A pesar de ser la señalada una experta en lenguas indígenas, es evidente para muchos de nosotros que hay entre ellos muchos personajes que aún se tragan entero diferentes versiones del buensalvajismo y del antioccidentalismo acrítico.


Me rehúso a ubicarme en una de estas orillas, ya que veo  en la película y en la experiencia de etnógrafos y antropólogos como Koch-Grünberg, Schultes, Davis, Plowman, Diamond, Harris y muchos otros, el camino a seguir: el del diálogo, el del mutuo entendimiento, que nos permita compartir y debatir lo que los diferentes grupos humanos e individuos hemos aprendido a lo largo de nuestras historias individuales y colectivas. Todos, absolutamente todos, podemos sentirnos abrazados por la serpiente. Todos, absolutamente todos, tenemos mucho por aprender y desaprender.

martes, 5 de mayo de 2015

Humo verde

El pasado sábado 2 de  mayo, como ya es tradicional al inicio de este mes, se celebró una vez más la Marcha mundial de la marihuana en ciudades como Buenos Aires, Quito y Medellín. Decenas de miles de ciudadanos marcharon pidiendo una vez más la legalización y/o la normalización de esta planta que es usada con diferentes fines por millones de personas de diversos orígenes culturales y socioeconómicos. La tendencia actual por la legalización en diferentes países, como Uruguay y muchos estados de Estados Unidos, ya sea para fines médicos o recreativos, ha hecho que muchas personas se sumen a la iniciativa y participen activamente en las movilizaciones y otras actividades alrededor del tema.

En la capital antioqueña, decenas de miles de usuarios de esta droga marcharon por las emblemáticas avenidas La playa, Oriental y San Juan, caminando entre nubes de humo que llegaban a las narices de los curiosos que observaban desde los edificios, pidiendo una vez más la legalización del cannabis, así como ratificando de nuevo el deseo de llevar a la sociedad al abandono de los estigmas que han caído sobre sus consumidores a lo largo de la historia. En la marcha encontramos gente de todas las edades, de todos los colores, de todos los orígenes sociales; incluso  algunos extranjeros: argentinos, estadounidenses, asíaticos, europeos. Marchando en grupos de amigos bajo el sol de la tarde, fumando, comiendo, calmando la sed, riendo con los comentarios y ocurrencias de los otros marchantes. Había porros gigantes y frases ingeniosas, pintas extravagantes y aviones encendidos, miles de historias y experiencias caminando juntas en pro de algo que los une.



Nadie niega cueros, agua ni plones; compartir parece ser el primer mandamiento. La gente de los negocios sonríe divertida, una vez al año ven pasar a este montón de gente llenando sus horas vespertinas de humo, y algunos ríen tanto y tienen el rostro tan cansado, que parece que el humo ha sido suficiente para generar el efecto que tantos disfrutamos. Nos divertimos también con los que se asustan, con los que corren, con los que tapan los ojos de sus hijos y nietos para que no se enfrenten con uno de los aspectos más cotidianos de la ciudad. Sin embargo, muchos parecen acostumbrados,  saben que entre sus primos, sobrinos y allegados hay varios consumidores, incluso los imaginan caminando por allí con su pandilla de amigos. Y es que en Medellín el consumo está bastante normalizado: fuman el mecánico y el médico, el profesor y el estudiante, el ejecutivo y el indigente.

La marcha se da en el marco de una serie de actividades programadas para toda la semana: la Semana Cannábica de Medellín, la cual  incluye foros como el titulado "Legalización del cannabis en Colombia, ¿realidad o utopía?". Muchos ya ven como la tendencia mundial  hace eco en Colombia con las declaraciones, algo tímidas, del presidente Santos y de algunos otros personajes del gobierno como el ministro de Salud. De hecho ya se viene adelantando el debate en el congreso sobre la legalización con fines médicos y al parecer el gobierno plantea llevar algunas propuestas novedosas al respecto a la próxima Asamblea General de Naciones Unidas el próximo año.

Resultado de imagen para jamaica legal cannabis first plantRecientemente, otro país americano, Jamaica, legalizó la producción de cannabis con fines médicos y de investigación.  Ya sembraron la primera planta en una de sus universidades, y esperan que su investigación permita en el futuro su comercialización para diversos fines. Además, en la nueva ley, está incluida la despenalización del porte de pequeñas cantidades de la droga, como ya ocurre en muchos otros países como el nuestro. Por otra parte, Irlanda ha empezado la discusión sobre la despenalización y legalización siguiendo la tendencia ya comentada, ya que su estrategia actual contra las drogas termina en 2016, y algunos de sus líderes están planteando un cambio de enfoque. Ojalá estas iniciativas se sigan multiplicando y que continúen aquí, donde evidentemente la discusión sobre esta y las demás drogas es de vital importancia, al ser su tráfico y consumo un factor bastante relacionado con las problemáticas sociales que nos afectan.




miércoles, 8 de abril de 2015

¿A qué vamos a la universidad?

"Sé plural como el universo"
Fernando Pessoa 

A raíz de la reelección del rector de la Universidad Nacional de Colombia, Ignacio Mantilla, y las protestas que le prosiguieron, se alzaron de nuevo ciertas voces desde algunos sectores pidiendo a los estudiantes que por favor se dediquen a estudiar, estudiar y solo estudiar, que para eso es que se va a la universidad. Durante toda mi vida universitaria he rechazado y criticado con vehemencia los actos violentos, ya que considero que afrentan contra valores universitarios básicos que algunos de sus autores presumen defender, como la autonomía y la libertad, pero, ¿ realmente vamos a la universidad exclusivamente a estudiar nuestras carreras?

Al parecer, quienes elevan estos reclamos no saben o no quieren reconocer que la presunta misión de la universidad va mucho más allá de esa simpleza, y que desde hace muchos años las universidades intentan, con todas sus dificultades, formar seres humanos integrales, lo que implica que los miembros de la comunidad podamos realizar actividades que nos interesen y apasionen aunque sean ajenas a nuestros currículos académicos. 

Claro está que el estudiante de física que quiera pasar toda su carrera sumergido en sus ecuaciones y sus teoremas, está en todo su derecho; y que el estudiante de deportes que invierta todo su tiempo entre las aulas, el gimnasio y el coliseo, no debería tener muchas dificultades para hacerlo. Pero quienes tenemos intereses más amplios también debemos y afortunadamente aún tenemos en las universidades una fuente de posibilidades para saciar nuestros deseos e intentar cumplir nuestros objetivos.

Es apenas normal entonces que muchos vayamos a la universidad, además de a estudiar, a hacer otras cosas como trabajar, entrenar, practicar nuestros hobbies, divertirnos con nuestros amigos, conocer nuevas personas, debatir nuestras ideas, leer textos diferentes a los de nuestras asignaturas, entre muchas otras. La vida universitaria es una etapa en la que cada uno de nosotros distribuye su tiempo como mejor le parezca, de acuerdo a las necesidades y deseos específicos. Pretender uniformar el tiempo y actividades que realizamos dentro de los campus, acabaría con varios de los aspectos positivos de estas instituciones, como el de ser un lugar de pensamiento y debate, de diversidad y libertad, de diversión y reflexión.

En cuanto al tema político, que es evidentemente el que más molesta, no digo que los estudiantes universitarios estemos obligatoriamente llamados a cambiar el rumbo de la historia, como afirman algunos discursos grandilocuentes; ni que esté bien que muchos usen los espacios comunes solo para actividades no académicas, pero no veo tampoco nada de malo per se en que los estudiantes interesados en los asuntos políticos internos, locales, nacionales e internacionales expresen sus opiniones y formen diferentes tipos de asociaciones para defenderlas, discutirlas y divulgarlas. Después de todo, la política está presente en nuestra cotidianidad y saber entenderla es también importante para formar ciudadanos íntegros y capaces de aportar a la sociedad desde sus respectivas disciplinas e ideologías, desde sus visiones del mundo, desde sus sueños. 

Voy a la universidad a vivir, no a encerrarme en alguna coraza. Cada uno decide entonces si se queda en su burbuja, o se enfrenta al mundo para observarlo, entenderlo, y, por qué no, intentar transformarlo.

martes, 3 de febrero de 2015

Comparaciones odiosas- Respuesta a Iván Rodrigo García

Hace una semana publiqué una respuesta a una columna del buen escritor pereirano Gustavo Colorado sobre el ateísmo,la cual ha generado una polémica debido a lo que muchos consideramos una generalización irresponsable y mal argumentada de lo que opinan y consideran los ateos, los cuales, como aclaré en el escrito anterior, son un grupo tan heterogéneo, que no pueden meterse todos dentro del mismo conjunto sin caer en errores. 

Unos días después, el señor Iván Rodrigo García Palacios metió la cucharada (lo cual no está mal, de eso se trata) para salir en defensa de Colorado por nuestro presunta incapacidad para comprender su sátira y nuestro "enfervorecida defensa". Al parecer el señor Iván, que tan bien lee, no pudo detectar diferencias entre mi respuesta y la de David Osorio, que varios lectores notaron perfectamente y con la que incluso yo he tomado cierta distancia. 

Unos días más tarde publicó otra columna, en la que básicamente continúa con la misma confusión, ya que como aclararé más adelante, su cucharada partió de un error de interpretación, del que se pega como una lapa para continuar con la confusión que se extiende en sus dos escritos: la suposición errada que David y yo pensamos que no se puede satirizar el ateísmo. Claro que se puede, señor García, pero estos otros comensales que  vagamos leyendo por ahí, tenemos también el derecho, el tiempo y la voluntad para meter nuestras cucharas y responder a los textos que consideramos malos, sean humorísticos o no.

La columna de Gustavo Colorado, por las razones expuestas, me parece mala. Si era humor, pues igual me parece mala. El buen humor, como bien puede saberlo el señor García, es el que no desfallece en sus contenidos, así lo debe saber un aparente lector asiduo de Voltaire, Erasmo y compañía. Yo le recomendaría que antes de pontificar sobre la buena lectura y el buen humor de los demás, revisara los suyos propios, quizá se daría cuenta que cometió un error de lectura que lo llevó a meter la cucharada, y que los otros pueden, en lugar de carecer de humor, tener uno diferente. No todos nos reímos de los chistes malos. Y ya que veo que le gustan tanto los franceses, le recomiendo a Michel Onfray y su Tratado de ateología, ya que al parecer está confundido con su historia.

Cuando David Osorio y yo le exigimos disculpas a Colorado por "irrespetar el ateísmo", estamos simplemente señalando la contradicción del señor Colorado, que generaliza al decir que todos los ateos se burlan de los creyentes mientras a su vez satiriza o generaliza nuestras opiniones. Sacar de esa nimiedad dos columnas e incluso meter en la colada el pesado asunto de Charlie Hebdo, sobraba. Como sobraba entonces su dicotomía entre terrorismo e inteligencia y algunas otras comparaciones odiosas como aquello de "fanáticos del fútbol". No tenemos ningún problema con la existencia de las sátiras o textos críticos, aunque sí quizá con algunos de sus contenidos.

La segunda columna se basa en el mismo error de interpretación, continuando con una comparación innecesaria, e incluso de mal gusto, se cree el comentarista parte de una cofradía que posee no solo el humor y la comprensión de  lectura, sino  la inteligencia. Como yo no tengo el feo vicio de generalizar, no considero al señor García "idiota" o "imbécil", a pesar de que los únicos dos escritos que le he leído, me parecen, como bien ha señalado mi amigo Mateo Gómez, dos estupideces. Y se equivoca el columnista al ubicar a Gómez y León con los otros, ya que ellos nunca criticaron algo más allá de su texto, no insultaron al autor, solo calificaron sus textos con  adjetivos que creen merecidos. 

De la misma manera, no creo que el señor Colorado sea un mal escritor o un mal periodista, de hecho recomiendo mucho uno de sus libros (Yo me bajo en Atocha) y suelo disfrutar sus columnas y poemas. Me cuido de no confundir enemigos y contradictores, y no tengo la suficiente confianza para fustigar completamente una persona solo por algunos textos en los que no convenimos. Debemos alejar de nuestra polemología ese vicio tan superficial de juzgar al otro como cosa conocida solo ante un par de desacuerdos. Esto vale tanto para las disputas entre ateos y creyentes, vegetarianos y omnívoros, liberales y comunistas.

También le recuerdo al señor García que algunos de los ateos que mencioné, y que el retomó, andan o anduvieron en "congregación" y "pandilla". Richard Dawkins es uno de los ateos militantes más sobresalientes del momento y tiene incluso una fundación para promover el ateísmo, y el gran Stephen Jay Gould, a pesar de ser su contradictor intelectual, lo acompañó en algunas de sus batallas, como la lucha por evitar que se enseñara creacionismo como una alternativa científica a la teoría evolutiva. Hasta que se cansó de debatir con religiosos, porque según él, lo único que querían, en lugar de contrastar sus argumentos, era "el oxígeno de la respetabilidad" que estos debates les otorgaban.

Recuerden entonces cuidarse muy bien de las acusaciones que profieren, sus argumentos y sus presuntas buenas lecturas pueden convertirse en  boomerangs . Pero recuerden aún con más fuerza no generalizar sin necesidad ni evidencia, hay un espectro tan amplio y tan mezclado de opiniones que dichas pésimas caricaturas del otro van a terminar enredando más la madeja, y evitando que los interlocutores de verdad nos comuniquemos.





sábado, 24 de enero de 2015

Generalización y ateísmo- Respuesta a Gustavo Colorado

El escritor pereirano Gustavo Colorado, después de asistir a una charla de la Asociación de ateos de Cali, publicó una columna llamada Místicos del ateísmo. Allí critica algunos aspectos de esta visión cayendo en muchas contradicciones, falacias y malos argumentos. A pesar de que ya existe una respuesta, quiero ampliar la crítica sobre su escrito y señalar los que considero sus yerros. Empecemos.

 El primer error de Colorado consiste en pensar que todos los ateos somos iguales, que todos tenemos "una fe ciega  y a rajatabla enfocada a explicar el mundo y sus misterios a través del lenguaje  y los métodos de  la ciencia, siguiendo los principios básicos que el movimiento de la Ilustración postuló desde el siglo XVII". No todos los ateos comparten estos principios, de hecho, algunos ateos odian la ciencia, y muchos otros, aunque estamos de acuerdo con sus métodos y objetivos, no tenemos "una fe ciega y a rajatabla", ya que ese es, precisamente, uno de los principios básicos de la Ilustración: la crítica, el escepticismo.



Luego Colorado dice que la falta de respeto ante las creencias ajenas no es compatible con una visión del mundo que presuntamente apoya el pensamiento libre. ¿No debe acaso ser libre la crítica de las creencias y las visiones del mundo ajenas? ¿No ve la diferencia entre criticar las ideas de los demás e irrespetar a las personas? ¿No ve que está cayendo en una contradicción al no respetar al ateísmo? Como ya dijo el comentarista anterior, esperamos su disculpa en la sección de comentarios.

Confunde después, de manera conveniente, asociación con religión. ¿Son todas las asociaciones con líderes y objetivos, religiosas? ¿Implica fanatismo el gregarismo? ¿Piensa que los asistentes creen todo lo que el expositor de turno dice, como si fuera una misa? Lo que debería hacer Colorado, ante su desacuerdo, es buscar las razones por las que algunos ateos han decidido reunirse y si las puede desestimar, que lo dudo mucho, pues que lo haga. Yo mismo he asistido a algunas de esas reuniones y puedo constatar que tanto las asociaciones como las personas que asisten son diversas, y que sus objetivos son buenos : la promoción del laicismo, la crítica de su incumplimiento, la denuncia de los males que las religiones han causado y de los que siguen causando. ¿Tiene algo que decir al respecto en lugar de ridiculizar algo ante la primera impresión? Lo único que tenemos los ateos en común es la idea de que no existen los dioses y que podemos vivir sin ellos, no se puede meter en un mismo costal, tan olímpicamente, a una comunidad tan variopinta.

A pesar de que algunos ateos parecen creer que todos los creyentes son idiotas, pensar que todos lo hacemos es una falacia. Muchos críticos de la religión entendemos que ella hace parte de nuestras culturas, y que por tanto, hay muchas personas inteligentes que siguen teniendo algún tipo de creencia, y que muchos otros, además, siguen diciendo creer aunque sea evidente que no comparten muchas de las idioteces de la religión a la que muchas veces su cultura los obligó a pertenecer. ¿Cómo explicaría Colorado esta frase del ateo Michel Onfray?: "Prefiero un creyente inteligente a un ateo imbécil, así como también prefiero a alguien de derecha inteligente que a alguien de izquierda imbécil".

Pregunta el escritor dónde queda el libre albedrío para la elección de las creencias. ¿En serio? ¿Usar como ejemplo de libre albedrío la creencia religiosa? Claro que una persona debe ser libre de escoger creer en lo que quiera, pero eso está lejos de ser lo usual: así lo demuestra el hecho de que la mayoría de los creyentes sostengan la religión del país donde nacieron, o la de sus padres. Al parecer el escritor no tiene nada que decir sobre el adoctrinamiento infantil, ni sobre la poca separación entre iglesia y estado, ni sobre la nefasta influencia de las religiones en la educación, ni sobre todas las cadenas que las religiones le han impuesto al pensamiento libre. Así como los creyentes deben tener la libertad para creer en lo que les plazca, los ateos tenemos el derecho de criticar sus creencias, de hecho, así fue como muchos de nosotros terminamos siendo ex creyentes.

Continúa Colorado: ¿"Fe ciega en la ciencia"? La frase se contradice sola. Primero, sabemos que la ciencia tiene sus fallas y sesgos, pero a la vez sabemos que la forma de remediarlos está en su mismo corazón: la crítica, la evaluación constante, el contraste con la realidad. Sabemos,además, que la ciencia no es lo único que existe, que existe la filosofía, la ética, el arte y las demás formas que los humanos hemos usado a lo largo de la historia para tratar de aprehender el mundo. Y la poesía, por supuesto, señor Colorado: podemos seguir disfrutando y aprendiendo de la poesía, su pensamiento al respecto es un lugar común tan cacareado como criticado, y espléndidamente desmontado por ateos como Richard Feynman , Carl Sagan, Stephen Jay Gould y Richard Dawkins.

Defiende luego el columnista el supuesto hecho de que los creyentes no buscan demostrar su creencia. Momento...¿no estaba criticando la fe ciega unos párrafos atrás? Ahora, con un cambio de tono, llama a la fe, al dogmatismo, y a la inmovilidad, "intuición". Tanta sangre, tanta coerción, tanta  promoción de la ignorancia en nombre de una intuición. Además, los ateos no intentamos aportar pruebas porque el creyente lo pida o no, sino porque con esa misma carencia de evidencia y argumentos, muchos de ellos, o de las estructuras que los dominan, pretenden imponer su manera de vivir y de ver el mundo. Ahora resulta que son los ateos los dogmáticos, tentadora para algunos,  pero es una tergiversación de la historia.

En fin, no hay párrafo de la columna de Colorado que se salve, es una colección de sesgos y malos argumentos, lo que usualmente pasa cuando alguien se lanza a criticar las generalizaciones generalizando.


jueves, 8 de enero de 2015

Consignas y falacias

Cada enero vemos revivir en nuestro país la eterna discusión del maltrato animal. Con la llegada de las corralejas y las corridas de toros, llegan también los reclamos, protestas y argumentos de quienes lo repudian, y también de quienes, aunque dicen no disfrutar explícitamente del dolor producido a los animales, disfrutan y/o practican actividades que necesariamente lo generan. No es esta, por supuesto, una batalla con solo dos bandos, a ambos lados del espectro hay grados y matices, y también existen, como es usual, los que consideran que no es un tema importante y por tanto les es indiferente.
La confrontación por la tauromaquia es tan repetitiva que ocasión tras ocasión vemos desfilar ante nuestros ojos las mismas frases, los mismos intentos de justificación, las mismas imágenes; en pocas ocasiones tenemos la suerte de encontrar argumentos e ideas que rompen con las afirmaciones anquilosadas. Es tanto así, que los debates no lo parecen, sus participantes se limitan a leer sus decálogos sin prestar atención a sus errores, sin tener en cuenta el discurso del otro ni siquiera para mejorar el propio.
Por un lado vemos a los antitaurinos con una sensibilidad innegable, pero que lastimosamente se han dedicado en un buen número a repetir consignas que no resisten ningún análisis: "La tortura no es arte ni cultura", "Si la tauromaquia es arte, el canibalismo es gastronomía", entre otras. También muchos difunden estereotipos sobre sus contradictores: "mafiosos", "asesinos", "ordinarios", "paracos", "uribistas"...(A pesar del burdo intento de Uribe de confundir peras con manzanas). ¿De dónde sacaron tantos antitaurinos que la cultura es solo lo que un sector de la población considera bueno o deseable?¿De dónde sacaron que las cosas que ciertos sectores consideran malas no hacen parte de las tradiciones culturales de los pueblos? Convenientemente, eligen una acepción de la palabra para hacerse oír, pero aunque no lo quieran así, la cultura es amplia e incluye todo aquello que los grupos humanos han hecho de manera sostenida en el tiempo, incluso aquellos actos donde se golpea, se derrama sangre y se sacrifica. Así definida es evidente que la tauromaquia es una tradición cultual, aunque esto no implique que sea buena, válida o respetable.
La discusión sobre si es o no arte es mucho más compleja, debido, creo, a los múltiples desacuerdos en la definición de arte, pero podemos convenir que la tauromaquia comprende elementos estéticos y rituales que pretenden sacudir las emociones de los participantes y espectadores, englobando así buena parte de las definiciones propuestas. Tampoco tiene mucho sentido generalizar peyorativamente a quienes disfrutan de esta actividad, entre ellos hay hombres y mujeres, ricos y pobres, derechosos e izquierdosos, mestizos, negros y blancos. ¿No saben acaso que Antonio Caballero y Alfredo Molano son reconocidos protaurinos? ¿No han escuchado a Andrés Calamaro, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat?¿No han leído a Ernest Hemingway, Fernando Savater, o Federico García Lorca? Otra generalización que cae en el vacío, otra demostración de que aunque sea más fácil repetir consignas que elaborar argumentos, debemos hacer el esfuerzo.
Del otro lado del espectro, tenemos a los taurinos entonando las mismas falacias y mentiras de siempre. Su favorita es la ad antiquiatem, que enuncia en este caso que la tauromaquia es una actividad válida y respetable solo por ser antigua, por ser una tradición. Afortunadamente las cosas no son así , para defender una actividad hay que presentar más y mejores argumentos además de sus años de historia. Esta falacia es muy usada por los mentados Caballero y Molano, y también subyace a la ley 84 de 1989, presunto estatuto nacional de protección animal que parece proteger más las tradiciones que los maltratan y sacrifican. Caballero y Molano también viven difundiendo otras falacias y mentiras: que su actividad debe ser respetada porque son una minoría, como si eso fuera razón suficiente; que la especie del toro de lidia desaparecería con el fin de la tauromaquia, como si eso se pudiera asegurar tan fácilmente, como si el toro de lidia fuera una especie y no simplemente una variedad de la especie tronco, y como si la extinción de una variedad doméstica tuviera muchas repercusiones negativas. No falta el incauto que les cree. Afortunadamente algunos como el genial Klaus Ziegler han destapado sus mentiras y señalado sus yerros y contradicciones.

Considero, como animalista convencido, que debemos cambiar el enfoque de nuestras protestas y reclamos, que para cambiar nuestra cultura primero es menester aceptarla y que no es necesario, al menos en este caso, abrir una brecha insalvable con los contradictores. Valen más las ideas estructuradas que las consignas, valen más los argumentos con evidencia a favor que los insultos, valen más los cambios culturales ampliamente debatidos que las prohibiciones por decreto. Con el paso de los años los humanos hemos venido ampliando nuestro círculo de consideración moral, hemos revisado con relativo éxito las costumbres que incluyen a los animales no humanos, incluso las alimenticias. Ojalá que mediante debates profundos y respetuosos logremos mitigar el dolor que infringimos a nuestros cotérraneos, que logremos superar las crueles tradiciones que generan asimetría entre el placer y el dolor de unos y otros, que sigamos avanzando en la construcción del paraíso, un paraíso que no dejará de tener conflictos pero que tendrá mejores maneras de resolverlos.