sábado, 24 de enero de 2015

Generalización y ateísmo- Respuesta a Gustavo Colorado

El escritor pereirano Gustavo Colorado, después de asistir a una charla de la Asociación de ateos de Cali, publicó una columna llamada Místicos del ateísmo. Allí critica algunos aspectos de esta visión cayendo en muchas contradicciones, falacias y malos argumentos. A pesar de que ya existe una respuesta, quiero ampliar la crítica sobre su escrito y señalar los que considero sus yerros. Empecemos.

 El primer error de Colorado consiste en pensar que todos los ateos somos iguales, que todos tenemos "una fe ciega  y a rajatabla enfocada a explicar el mundo y sus misterios a través del lenguaje  y los métodos de  la ciencia, siguiendo los principios básicos que el movimiento de la Ilustración postuló desde el siglo XVII". No todos los ateos comparten estos principios, de hecho, algunos ateos odian la ciencia, y muchos otros, aunque estamos de acuerdo con sus métodos y objetivos, no tenemos "una fe ciega y a rajatabla", ya que ese es, precisamente, uno de los principios básicos de la Ilustración: la crítica, el escepticismo.



Luego Colorado dice que la falta de respeto ante las creencias ajenas no es compatible con una visión del mundo que presuntamente apoya el pensamiento libre. ¿No debe acaso ser libre la crítica de las creencias y las visiones del mundo ajenas? ¿No ve la diferencia entre criticar las ideas de los demás e irrespetar a las personas? ¿No ve que está cayendo en una contradicción al no respetar al ateísmo? Como ya dijo el comentarista anterior, esperamos su disculpa en la sección de comentarios.

Confunde después, de manera conveniente, asociación con religión. ¿Son todas las asociaciones con líderes y objetivos, religiosas? ¿Implica fanatismo el gregarismo? ¿Piensa que los asistentes creen todo lo que el expositor de turno dice, como si fuera una misa? Lo que debería hacer Colorado, ante su desacuerdo, es buscar las razones por las que algunos ateos han decidido reunirse y si las puede desestimar, que lo dudo mucho, pues que lo haga. Yo mismo he asistido a algunas de esas reuniones y puedo constatar que tanto las asociaciones como las personas que asisten son diversas, y que sus objetivos son buenos : la promoción del laicismo, la crítica de su incumplimiento, la denuncia de los males que las religiones han causado y de los que siguen causando. ¿Tiene algo que decir al respecto en lugar de ridiculizar algo ante la primera impresión? Lo único que tenemos los ateos en común es la idea de que no existen los dioses y que podemos vivir sin ellos, no se puede meter en un mismo costal, tan olímpicamente, a una comunidad tan variopinta.

A pesar de que algunos ateos parecen creer que todos los creyentes son idiotas, pensar que todos lo hacemos es una falacia. Muchos críticos de la religión entendemos que ella hace parte de nuestras culturas, y que por tanto, hay muchas personas inteligentes que siguen teniendo algún tipo de creencia, y que muchos otros, además, siguen diciendo creer aunque sea evidente que no comparten muchas de las idioteces de la religión a la que muchas veces su cultura los obligó a pertenecer. ¿Cómo explicaría Colorado esta frase del ateo Michel Onfray?: "Prefiero un creyente inteligente a un ateo imbécil, así como también prefiero a alguien de derecha inteligente que a alguien de izquierda imbécil".

Pregunta el escritor dónde queda el libre albedrío para la elección de las creencias. ¿En serio? ¿Usar como ejemplo de libre albedrío la creencia religiosa? Claro que una persona debe ser libre de escoger creer en lo que quiera, pero eso está lejos de ser lo usual: así lo demuestra el hecho de que la mayoría de los creyentes sostengan la religión del país donde nacieron, o la de sus padres. Al parecer el escritor no tiene nada que decir sobre el adoctrinamiento infantil, ni sobre la poca separación entre iglesia y estado, ni sobre la nefasta influencia de las religiones en la educación, ni sobre todas las cadenas que las religiones le han impuesto al pensamiento libre. Así como los creyentes deben tener la libertad para creer en lo que les plazca, los ateos tenemos el derecho de criticar sus creencias, de hecho, así fue como muchos de nosotros terminamos siendo ex creyentes.

Continúa Colorado: ¿"Fe ciega en la ciencia"? La frase se contradice sola. Primero, sabemos que la ciencia tiene sus fallas y sesgos, pero a la vez sabemos que la forma de remediarlos está en su mismo corazón: la crítica, la evaluación constante, el contraste con la realidad. Sabemos,además, que la ciencia no es lo único que existe, que existe la filosofía, la ética, el arte y las demás formas que los humanos hemos usado a lo largo de la historia para tratar de aprehender el mundo. Y la poesía, por supuesto, señor Colorado: podemos seguir disfrutando y aprendiendo de la poesía, su pensamiento al respecto es un lugar común tan cacareado como criticado, y espléndidamente desmontado por ateos como Richard Feynman , Carl Sagan, Stephen Jay Gould y Richard Dawkins.

Defiende luego el columnista el supuesto hecho de que los creyentes no buscan demostrar su creencia. Momento...¿no estaba criticando la fe ciega unos párrafos atrás? Ahora, con un cambio de tono, llama a la fe, al dogmatismo, y a la inmovilidad, "intuición". Tanta sangre, tanta coerción, tanta  promoción de la ignorancia en nombre de una intuición. Además, los ateos no intentamos aportar pruebas porque el creyente lo pida o no, sino porque con esa misma carencia de evidencia y argumentos, muchos de ellos, o de las estructuras que los dominan, pretenden imponer su manera de vivir y de ver el mundo. Ahora resulta que son los ateos los dogmáticos, tentadora para algunos,  pero es una tergiversación de la historia.

En fin, no hay párrafo de la columna de Colorado que se salve, es una colección de sesgos y malos argumentos, lo que usualmente pasa cuando alguien se lanza a criticar las generalizaciones generalizando.


jueves, 8 de enero de 2015

Consignas y falacias

Cada enero vemos revivir en nuestro país la eterna discusión del maltrato animal. Con la llegada de las corralejas y las corridas de toros, llegan también los reclamos, protestas y argumentos de quienes lo repudian, y también de quienes, aunque dicen no disfrutar explícitamente del dolor producido a los animales, disfrutan y/o practican actividades que necesariamente lo generan. No es esta, por supuesto, una batalla con solo dos bandos, a ambos lados del espectro hay grados y matices, y también existen, como es usual, los que consideran que no es un tema importante y por tanto les es indiferente.
La confrontación por la tauromaquia es tan repetitiva que ocasión tras ocasión vemos desfilar ante nuestros ojos las mismas frases, los mismos intentos de justificación, las mismas imágenes; en pocas ocasiones tenemos la suerte de encontrar argumentos e ideas que rompen con las afirmaciones anquilosadas. Es tanto así, que los debates no lo parecen, sus participantes se limitan a leer sus decálogos sin prestar atención a sus errores, sin tener en cuenta el discurso del otro ni siquiera para mejorar el propio.
Por un lado vemos a los antitaurinos con una sensibilidad innegable, pero que lastimosamente se han dedicado en un buen número a repetir consignas que no resisten ningún análisis: "La tortura no es arte ni cultura", "Si la tauromaquia es arte, el canibalismo es gastronomía", entre otras. También muchos difunden estereotipos sobre sus contradictores: "mafiosos", "asesinos", "ordinarios", "paracos", "uribistas"...(A pesar del burdo intento de Uribe de confundir peras con manzanas). ¿De dónde sacaron tantos antitaurinos que la cultura es solo lo que un sector de la población considera bueno o deseable?¿De dónde sacaron que las cosas que ciertos sectores consideran malas no hacen parte de las tradiciones culturales de los pueblos? Convenientemente, eligen una acepción de la palabra para hacerse oír, pero aunque no lo quieran así, la cultura es amplia e incluye todo aquello que los grupos humanos han hecho de manera sostenida en el tiempo, incluso aquellos actos donde se golpea, se derrama sangre y se sacrifica. Así definida es evidente que la tauromaquia es una tradición cultual, aunque esto no implique que sea buena, válida o respetable.
La discusión sobre si es o no arte es mucho más compleja, debido, creo, a los múltiples desacuerdos en la definición de arte, pero podemos convenir que la tauromaquia comprende elementos estéticos y rituales que pretenden sacudir las emociones de los participantes y espectadores, englobando así buena parte de las definiciones propuestas. Tampoco tiene mucho sentido generalizar peyorativamente a quienes disfrutan de esta actividad, entre ellos hay hombres y mujeres, ricos y pobres, derechosos e izquierdosos, mestizos, negros y blancos. ¿No saben acaso que Antonio Caballero y Alfredo Molano son reconocidos protaurinos? ¿No han escuchado a Andrés Calamaro, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat?¿No han leído a Ernest Hemingway, Fernando Savater, o Federico García Lorca? Otra generalización que cae en el vacío, otra demostración de que aunque sea más fácil repetir consignas que elaborar argumentos, debemos hacer el esfuerzo.
Del otro lado del espectro, tenemos a los taurinos entonando las mismas falacias y mentiras de siempre. Su favorita es la ad antiquiatem, que enuncia en este caso que la tauromaquia es una actividad válida y respetable solo por ser antigua, por ser una tradición. Afortunadamente las cosas no son así , para defender una actividad hay que presentar más y mejores argumentos además de sus años de historia. Esta falacia es muy usada por los mentados Caballero y Molano, y también subyace a la ley 84 de 1989, presunto estatuto nacional de protección animal que parece proteger más las tradiciones que los maltratan y sacrifican. Caballero y Molano también viven difundiendo otras falacias y mentiras: que su actividad debe ser respetada porque son una minoría, como si eso fuera razón suficiente; que la especie del toro de lidia desaparecería con el fin de la tauromaquia, como si eso se pudiera asegurar tan fácilmente, como si el toro de lidia fuera una especie y no simplemente una variedad de la especie tronco, y como si la extinción de una variedad doméstica tuviera muchas repercusiones negativas. No falta el incauto que les cree. Afortunadamente algunos como el genial Klaus Ziegler han destapado sus mentiras y señalado sus yerros y contradicciones.

Considero, como animalista convencido, que debemos cambiar el enfoque de nuestras protestas y reclamos, que para cambiar nuestra cultura primero es menester aceptarla y que no es necesario, al menos en este caso, abrir una brecha insalvable con los contradictores. Valen más las ideas estructuradas que las consignas, valen más los argumentos con evidencia a favor que los insultos, valen más los cambios culturales ampliamente debatidos que las prohibiciones por decreto. Con el paso de los años los humanos hemos venido ampliando nuestro círculo de consideración moral, hemos revisado con relativo éxito las costumbres que incluyen a los animales no humanos, incluso las alimenticias. Ojalá que mediante debates profundos y respetuosos logremos mitigar el dolor que infringimos a nuestros cotérraneos, que logremos superar las crueles tradiciones que generan asimetría entre el placer y el dolor de unos y otros, que sigamos avanzando en la construcción del paraíso, un paraíso que no dejará de tener conflictos pero que tendrá mejores maneras de resolverlos.