miércoles, 8 de abril de 2015

¿A qué vamos a la universidad?

"Sé plural como el universo"
Fernando Pessoa 

A raíz de la reelección del rector de la Universidad Nacional de Colombia, Ignacio Mantilla, y las protestas que le prosiguieron, se alzaron de nuevo ciertas voces desde algunos sectores pidiendo a los estudiantes que por favor se dediquen a estudiar, estudiar y solo estudiar, que para eso es que se va a la universidad. Durante toda mi vida universitaria he rechazado y criticado con vehemencia los actos violentos, ya que considero que afrentan contra valores universitarios básicos que algunos de sus autores presumen defender, como la autonomía y la libertad, pero, ¿ realmente vamos a la universidad exclusivamente a estudiar nuestras carreras?

Al parecer, quienes elevan estos reclamos no saben o no quieren reconocer que la presunta misión de la universidad va mucho más allá de esa simpleza, y que desde hace muchos años las universidades intentan, con todas sus dificultades, formar seres humanos integrales, lo que implica que los miembros de la comunidad podamos realizar actividades que nos interesen y apasionen aunque sean ajenas a nuestros currículos académicos. 

Claro está que el estudiante de física que quiera pasar toda su carrera sumergido en sus ecuaciones y sus teoremas, está en todo su derecho; y que el estudiante de deportes que invierta todo su tiempo entre las aulas, el gimnasio y el coliseo, no debería tener muchas dificultades para hacerlo. Pero quienes tenemos intereses más amplios también debemos y afortunadamente aún tenemos en las universidades una fuente de posibilidades para saciar nuestros deseos e intentar cumplir nuestros objetivos.

Es apenas normal entonces que muchos vayamos a la universidad, además de a estudiar, a hacer otras cosas como trabajar, entrenar, practicar nuestros hobbies, divertirnos con nuestros amigos, conocer nuevas personas, debatir nuestras ideas, leer textos diferentes a los de nuestras asignaturas, entre muchas otras. La vida universitaria es una etapa en la que cada uno de nosotros distribuye su tiempo como mejor le parezca, de acuerdo a las necesidades y deseos específicos. Pretender uniformar el tiempo y actividades que realizamos dentro de los campus, acabaría con varios de los aspectos positivos de estas instituciones, como el de ser un lugar de pensamiento y debate, de diversidad y libertad, de diversión y reflexión.

En cuanto al tema político, que es evidentemente el que más molesta, no digo que los estudiantes universitarios estemos obligatoriamente llamados a cambiar el rumbo de la historia, como afirman algunos discursos grandilocuentes; ni que esté bien que muchos usen los espacios comunes solo para actividades no académicas, pero no veo tampoco nada de malo per se en que los estudiantes interesados en los asuntos políticos internos, locales, nacionales e internacionales expresen sus opiniones y formen diferentes tipos de asociaciones para defenderlas, discutirlas y divulgarlas. Después de todo, la política está presente en nuestra cotidianidad y saber entenderla es también importante para formar ciudadanos íntegros y capaces de aportar a la sociedad desde sus respectivas disciplinas e ideologías, desde sus visiones del mundo, desde sus sueños. 

Voy a la universidad a vivir, no a encerrarme en alguna coraza. Cada uno decide entonces si se queda en su burbuja, o se enfrenta al mundo para observarlo, entenderlo, y, por qué no, intentar transformarlo.

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